martes, 9 de octubre de 2018

Himnos



Hay que ver cuán bellos son los himnos patrios. Despiertan la emoción por una razón de peso: la música que nos hace sentir que un colectivo forma parte de una Historia sostenida en manos de Dios y de sus grandes designios. El problema es que nos quedamos con la emoción sin que quede casi ninguna razón de ser, porque lo que dicen estas canciones no está en consonancia con el estilo de vida actual. Son temas en torno a la "pagesia" de tiempos pasados, la vida en el campo, la unión con la tierra, la producción artesanal y la conciencia de ser hijos de otras culturas, sangres e idiomas. Reivindicar una identidad regional debería llevar parejo, de facto, el volver al pasado. Si no ¿para qué todas estas pamplinas regionalistas del 9 de octubre?. En la falange se nos educa para aprender a vivir conforme al pensamiento y al sentir, y todo aquello que se canta, se lee, se trasmite en cualquier medio legítimo y valioso es para vivir conforme al mensaje.  Y en el caso de la "muixeranga", el himno propiamente independentista, el mensaje es más radical, prácticamente una vuelta a los celtas y a su religión de la Dama-tierra, y a la sensibilidad de los poetas andalusíes del medioevo. ¿Para qué cantar aquello que no se siente ni se vive?. No hay verdadero idealismo en la política.

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